martes, 3 de marzo de 2009

ASPECTOS POLISÈMICOS Y MULTICONTEXTUALES QUE DELIMITAN EL CONCEPTO DE CALIDAD EN LA EDUCACIÒN UNIVERSITARIA

ASPECTOS POLISÈMICOS Y MULTICONTEXTUALES QUE DELIMITAN EL CONCEPTO DE CALIDAD EN LA EDUCACIÒN UNIVERSITARIA

El presente texto, plantea una serie de reflexiones en torno a la lectura de algunos apartes del libro: “La educación superior en Colombia. Análisis y estrategias para su desarrollo”, de Gabriel Misas Arango; centrado fundamentalmente, en algunos aspectos polisèmicos y multicontextuales que delimitan el concepto de calidad en la educación universitaria.

En primera instancia, hay que reconocer a Colombia como una de las muchas regiones inequitativas de Latinoamérica, donde la persistencia de la pobreza y la desigualdad distributiva han dificultado la constitución de sociedades más integradas. Las diferentes oportunidades educativas en función del nivel socioeconómico de los estudiantes y de otras condiciones de cultura y vulnerabilidad, está cuestionando la capacidad de la Educación Superior para romper el círculo vicioso de la pobreza y la desigualdad social.

La Educación Superior representa una herramienta fundamental para que, mediante el cambio cultural y el fortalecimiento institucional, los países latinoamericanos puedan incorporarse a la globalización y disfrutar de los beneficios y oportunidades de la sociedad de la información y el conocimiento.

En este contexto, las tendencias mundiales de la sociedad contemporánea presentan nuevos desafíos en la educación Superior actual, generados por la globalización del conocimiento, la economía y la información, así como por la concentración de las diferentes formas del poder y por los cambios en las funciones de los estados nacionales, los cuales deben responder ética y eficazmente a las exigencias y problemas de apertura competitividad e interdependencia entre naciones.

Además, para responder a tales condiciones, las Instituciones de Educación Superior deben asumir la responsabilidad social prospectivamente, orientando su misión y su visión al análisis crítico de la situación histórica actual, la cual debe formar para construcción de escenarios de presente y de futuro y para la formulación y desarrollo de planes educativos, investigativos y sociales.

Aunque en Colombia existe un número significativo de universidades, de programas de pregrado y postgrados, el problema de la educación superior en el país, además del acceso, está relacionado con la calidad académica del servicio educativo que ofrecen las instituciones universitarias.

Existen varias discusiones sobre qué es un programa de calidad y qué hace que una universidad sea considerada de calidad. Son varios los factores que entran en juego e inciden en la definición de este concepto.

Uno de los principales factores, radica en que la mayoría de las universidades son profesionalizantes y reproductoras de conocimiento. Son universidades que "dictan clases" pero aún tienen muy poca investigación. Se está haciendo un esfuerzo en ello, y esto se evidencia en el creciente número de grupos registrados y reconocidos en COLCIENCIAS, sin embargo, la producción aún es incipiente y los recursos que se invierten en investigación son, aún, insuficientes. Las universidades reciben ingresos por matrículas y, en la mayoría de los casos, no dedican partidas significativas par la investigación. Y los recursos de COLCIENCIAS tampoco alcanzan para financiar un número significativo de proyectos y con ello, desarrollar aún más la producción de conocimiento que tanto demanda el país.

Esto ha conllevado a la clasificación de universidades de primera, segunda y tercera categoría. Cuestión que incide terriblemente en la inserción de los egresados en el mercado laboral, genera graves problemas de exclusión y acentúa la inequidad social.

De igual manera, no se tiene en cuenta la saturación de profesionales en algunas áreas o las necesidades específicas presentes y futuras que garanticen la inserción en el mercado laboral de los egresados. Pero, tampoco hay un trabajo riguroso de seguimiento y evaluación con los egresados. Lo que se pone en juego es el futuro de miles de jóvenes que ingresan a la educación superior, pero su futuro profesional y laboral es bastante incierto. ¿Cuántos colombianos que han cursado una de las profesiones universitarias, verdaderamente la están ejerciendo? ¿Cuáles son las profesiones presentes de mayor demanda y cuáles las futuras necesarias? Y, ¿qué profesiones nuevas se tienen que abrir en el marco de la globalización de la economía y la mundialización de la cultura?

Lo anterior muestra la descontextualización de la educación superior en Colombia con los distintos sectores de la economía y conduce a la ineludible conclusión de que en Colombia las universidades no están suficientemente articuladas con el tema de la vinculación a la sociedad, pues tal vinculación parece incluir sólo el interés por formar capital humano para el sector productivo, que cada vez requiere menos de éste. Tal hecho y su evolución no son muy esperanzadores si se tiene en cuenta las corrientes del desarrollo con políticas de corte neoliberal al amparo de entidades como el Banco Mundial, que privilegian la universidad de tipo profesionalizante, en la cual el criterio que prima para la selección y aprobación de planes académicos es el de los mecanismos del mercado, dinamizados hacia logros de rentabilidad en el libre juego de la competencia. Ello hace que la universidad pública, cada vez deje de serlo, y la universidad privada, inserta en la demanda que inspira el fenómeno de la globalización, cada vez prolifere más.

Gabriel Misas afirma que una verdadera educación superior, debe permitir a sus estudiantes el desarrollo y fortalecimiento de sus capacidades para “enfrentar lo nuevo, lo desconocido, adaptarse a cambios bruscos sufridos en el entorno, adelantar proyectos, y capacidad para construir, innovar, crear, interrelacionarse e interactuar en equipos multidisciplinarios”.

En este sentido, se plantea la necesidad de contar con una estrategia de desarrollo que promueva en Colombia el reto de la innovación permanente y de la competitividad, así como la inserción inteligente de la sociedad global del siglo XXI, cuestión que exige una modificación radical de la actitud de la población hacia el entorno interno y externo, y fundamental exige asumir a la Educación Superior como tema central de la agenda nacional, persiguiendo una educación de alta calidad, integral y estructurada bajo criterios de productividad y pertinencia. La educación viene a convertirse en el recurso más importante y el vector fundamental para la transformación a la que se aspira en la construcción del nuevo país y sociedad respectivamente.

La educación universitaria ha crecido en cobertura. Pero aún le falta hacer un largo recorrido para ofrecer educación de calidad. Comparable, al menos, con Argentina, Brasil o México. Se debe hacer una gran inversión en programas de doctorado y becas para doctorados; es necesario motivar el reconocimiento y la valoración de la labor docente; profundizar la flexibilización de los programas; incentivar y financiar la investigación y la formación de jóvenes investigadores y, propender por mejorar tanto los recursos técnicos como bibliográficos en las instituciones universitarias. Una educación universitaria de calidad le permitirá al país pasar de reproducir conocimiento a crear conocimiento y hacerlo más competitivo en el escenario regional e internacional.

Finalmente, hay que entender la calidad como la búsqueda permanente de condiciones de excelencia académica para que no solo la Universidad demuestre resultados que responden a una medición que busca dosificarle el aporte presupuestal; sino y principalmente para profundizar en su excelencia y así aportarle a la sociedad oportunidades de bienestar, prosperidad, afectividad y estabilidad.

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